Primera prueba con un dron para sulfatar cultivos en A Limia
Un agricultor de Xinzo, Amador Saborido, trata un cultivo de guisantes por medio de un vehículo aéreo no tripulado, que agiliza el trabajo y evita los daños que causaría un tractor al entrar en el campo.
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Los drones están introduciendo nuevas posibilidades de manejo en la agricultura, como la aplicación de tratamientos aéreos de fitofortificantes. En Xinzo da Limia, un agricultor, Amador Saborido, ha realizado una primera prueba con dron en una parcela de 1,5 hectáreas de guisante. La experiencia, a falta de comprobar el resultado del producto sobre el cultivo, es positiva.
Los beneficios del uso del dron son claros. «Se ahorra tiempo de trabajo y evitas pasar con el tractor por la parcela, con el daño que eso siempre causa en el cultivo», explica Amador, que destaca también el menor consumo de agua: unos 16-17 litros de agua por hectárea con el dron frente a los 350 – 400 litros que consumiría con el tractor.
El escaso consumo de agua se debe a que la aplicación con el dron se hace a un ultrabajo volumen, pero el sistema parece no estar reñido con la eficacia. «Moja bien, incluso coloqué en los surcos pegatinas de test de las que se utilizan para comprobar los equipos fitosanitarios y aparecían bien marcadas por la pulverización del dron», indica Amador, que está a la espera de que pasen los días para comprobar la efectividad del tratamiento.
Normativa de tratamientos aéreos
Uno de los problemas actuales del dron es que su uso está equiparado por la legislación con el empleo de una avioneta. Pese a que el dron tiene incluso menos deriva de producto que un tratamiento convencional con pulverizador, su utilización está por el momento restringida. Tanto un vehículo no tripulado como una avioneta se consideran tratamientos aéreos, lo que limita mucho los productos que se pueden aplicar sin necesidad de autorizaciones especiales. «En nuestro caso, teníamos un ataque de oídio en el cultivo de guisantes, y en lugar de tratar con un fungicida, que sería lo habitual, empleamos un bioestimulante», señala Amador.
«Yo soy partidario de tratar lo menos posible. Por ejemplo, en la patata prácticamente ya eliminamos el uso del herbicida con la práctica del alomado, pero aún es necesario dar algún fungicida y una pasada contra el escarabajo», valora.
El agricultor gestiona alrededor de 50 hectáreas, dedicadas en buena parte a trigo, a patata y a maíz. Hace 3 años, ya fue uno de los pioneros en la comarca de A Limia en la introducción del riego por goteo para las patatas y el maíz. Con la utilización del dron para tratamientos, que gestionó a través de la empresa lalinense Aerocámaras, es también pionero en la comarca en un sistema al que le augura futuro.
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«Es un invento que me parece muy bueno. Lo había visto por la tele y llevaba un par de años buscando la manera de introducirlo» -señala Amador-. «La única pega que tiene es que por ahora el precio de contratar un tratamiento con dron es bastante más alto que si contratas el mismo tratamiento con tractor. Puede rondar el doble, pero si se extendiese su utilización, está claro que bajarían los precios y pienso que podría ser competitivo», apunta.
En A Limia, Amador señala que, por el momento, los agricultores que conocieron su experiencia son reacios al dron, principalmente por el precio, aunque también extraña el hecho de que el dron pueda hacer tratamientos efectivos con tan poca cantidad de agua, en comparación con las aplicaciones tradicionales con tractor. «Hay que experimentar y comprobar el resultado. Es la mejor manera de valorarlo», defiende Amador, que estudia extender esta primera prueba a más tratamientos en otros cultivos.
Nota: Vídeos cedidos por Aerocámaras.